lunes, 14 de noviembre de 2016

Viva MotoGP

Hubo un tiempo, Jorge Lorenzo muy niño, en el que su padre le hacía competir con los otros niños en parrilla invertida. Clasificaba el primero, salía el último, lo cual le obligaba a atacar sin descanso hasta jugarse la victoria adelantando en la última vuelta. Chicho Lorenzo le metió al chaval la información de que todo es posible porque todo es entrenable. Sin embargo, en esa época Wayne Rainey comenzó a ganar mundiales liderando las carreras de principo a fin. Así que debieron decidir que ese modo tenía menos riesgos: sales a tope, abres hueco, lideras en solitario y cuando los neumáticos empiezan a estar heridos y baja la velocidad, tus rivales están lo suficientemente lejos como para alcanzarte.

Al acabar la carrera JLo dijo: este es el regalo que le hago a Yamaha en mi despedida. Se lo hizo a Yamaha y se lo hizo a él mismo, una victoria Wayne Rainey, el americano que fue tres veces Campeón del Mundo con Yamaha en el inicio de los 90.

Márquez, con una salida malísima, no pudo alcanzarle a pesar de pilotar salvaje en la últimas vueltas. Acabó la carrera y fue a encender la traca con la que celebrar su título de Campeón del Mundo. El pit lane se llenó de despedidas, muchas de ellas a lágrima viva. El 90 por ciento de la parrilla cambia. Jorge fue a saludar a todo el equipo de Rossi, Maverick se sentó en su silla de Suzuki con la mirada perdida, Iannone vistió a los suyos con una camiseta roja que venía a decir Ducati lo es todo. Y tampoco podía hablar sin emocionarse. Lloraba Bautista, Pol miraba de rojo la KTM, Aleix se refugiaba tras sus gafas de sol. Al final es imposible no trasladar la mirada que tienes con tu famila a la gente que trabaja contigo en una profesión en la que está en juego la vida.

Viva MotoGP, viva el neumático izquierdo.


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