domingo, 26 de enero de 2014

El desierto

Aquello parecía un desierto sobrevenido, un desierto en medio de una autopista que estaba siendo una tortura para Rafa Nadal, barrido en el primer set por Wawrinka, y un paisaje inesperado para el suizo, que perdió todas las referencias. Ni había bolas potentes, ni el rival corría (Nadal pasó varios juegos como un palo, sin movilidad alguna), ni entraban las bolas, incluso ni siquiera llegaba a conectarlas con las cuerdas de la raqueta... El desierto se instaló en aqulla pista de Melbourne, y sublimó el partido a un duelo mental. Nadal: estoy lesionado, no me puedo mover, apenas puedo pegar, pero no me voy, sigo aquí. Wawrinka: 6-3, 6-2 a favor y no me entra nada, se me van los juegos al servicio,  ¿dónde estoy?
Estaba en la nada. Perdió el tercer set, y en la enésima bola fallada en el cuarto gritó a su box: "¡basta!, ¡no me habléis!", como si hubiera decidido que sólo su silencio le conectaría al partido. Para entonces, a Rafa le debía estar haciendo efecto la medicación analgésica, se le fue el gesto de dolor del rostro, seguía con la movilidad reducida, pero así había ganado un set y ¡¡había roto el servicio de Wawrinka en el cuarto!!

Había una línea delgada, el último hilo de la cuerda al que agarrarse. Si Wawrinka no se daba cuenta, incluso se podía llegar al quinto set. Pero Wawrinka logró conectarse de nuevo. Al romper el servicio de Rafa por segunda vez en el set lo escenografió claramente, golpeando con su puño su cabeza. En la cámara superlenta parecía el golpeo de un púgil. El puño desnudo contra la cabeza. Ganó Wawrinka.

En el post partido encontramos algunas claves. Primero, las lágrimas de Rafa Nadal. Lloraba por no haber podido competir, por no haber podido disputar la Final del Abierto de Australia. Cuando todo a su alrededor son cifras de los GS que ha ganado, los que le restan para alcanzar a Federer... GS como si fuesen chupa chups. Esta es una prueba cruel de lo que cuesta ganar uno. Como ir a por un ochomil y que haya tormenta cuando sólo queda una jornada para la cima. Segundo, la lesión. Aún no se sabe qué fue exactamente. Un pinchazo en la espalda durante el calentamiento, dijo Rafa en la sala de prensa. O sea, entró lesionado a la Final. Pero luego nadie ha dado detalles. Aparentemente no es grave. Tercero: en las alocuciones de la ceremonia del campeón, los dos dijeron "somos amigos, entrenamos juntos a veces, felicidades, etc etc", pero el momento del medical time out, mientras Rafa era atendido en el vestuario, se vivió en la pista como una tormenta de histeria, con Wawrinka presionando al juez de silla: "¿por qué se ha ido? ¿qué lesión tiene? ¡pregúntaselo! ¡tu deber es saberlo!" Entonces, sin que nadie reparase el ello, todo se estaba convirtiendo en un gran desierto. Sin tenis, sin jugadores, uno herido, otro desorientado; allí, en medio de aquella Final de primer grande de la temporada.

imagen via @davidjnadal

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