sábado, 26 de octubre de 2013

El guiso se quema


El primer día, el Viernes, no llegaba el helicóptero médico al circuito por la baja visibilidad. Sesiones de mañana y tarde canceladas. No se corrió. Por la noche se produjo un terremoto de 7.1 (supongo que en el epicentro porque en la zona del circuito yo diría que fue de intensidad baja aunque sostenido, por lo menos eso pensé mientras notaba cómo se movía la cama debajo de mi a las dos de la mañana). Llovió muchísimo, tanto que el circuito tenía grandes bolsas de agua el Sábado por la mañana. Sesión cancelada. Por la tarde, pista abierta para hacer una tanda de clasificación por categoría. En MotoGP, pole para Jorge Lorenzo, segundo Marc y Nicky Hayden, ¡Nicky Hayden!, cerrando la primera línea.

Todo esto en la pantalla. En los pasillos la energía es diferente. El equipo de Marc tiene esa risa nerviosa que intenta ocultar que la comida se puede quemar justo cuando tienen a todos los invitados sentados a la mesa. No pasa nada, pero o alguien coge la cuchara de madera y da la vuelta correcta al guiso o se puede ir al traste la fiesta. Marc quiere carrera ya, quiere moto y quiere pista y 24 vueltas y que pase lo que tenga que pasar. Ex campeones del mundo le aconsejan que administre la ventaja con inteligencia. Él deberá decidir si cura el error de la pizarra en Phillip Island de un plumazo o poco a poco. Vamos a ver. De momento ve cómo se agiganta a su lado la figura de Jorge Lorenzo y cómo cualquier gesto se le puede volver en contra. El chaval diseña un casco para hacer un guiño a Japón, a la fábrica que le construye la moto con la que puede ser campeón, dibuja una caricatura suya poniéndose los dedos para hacerse ojos rasgados, y le echan en cara que es un gesto de falta de respeto y humillación. Los anglosajones así lo entienden. En twitter retuitean cada comentario negativo al respecto por parte de los japoneses. Marc necesita subirse ya en la moto y que pase cuanto antes este Gran Premio. Venimos de la batalla del honor, de la descalificación por el error en la pizarra, y ahora... el tifón, el terremoto y el dibujo del casco.

Jorge entró pisando fuerte en Motegi, haciendo ruido no en casa ajena, sino en casa del rival, señalando la maniobra de Marc en Phillip Island, tocando de nuevo la puerta de Dirección de Carrera, y hoy, en la pista, haciendo una pole casi medio segundo por delante de Marc y a sólo 8 segundos de su mejor tiempo en seco. Una bestialidad. Una más, vaya. Dice que Marc y su equipo le han regalado esta situación en la que puede volver a pelear por el título y que por supuesto la va a pelear. “Yo no decido las circunstancias. Hago lo posible por ir rápido en cualquier situación y ya está.”

Mañana, si los terremotos/tifones lo permiten, estos tipos van a poner el alma y el talento encima de esos aviones de dos ruedas que pilotan en la penúltima batalla, la penúltima carrera, con el tiempo descontando posibilidades y asfixiando el margen de error. En España se apagará el semáforo a las seis de la mañana.

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