El primer día, el Viernes, no llegaba el helicóptero médico al circuito
por la baja visibilidad. Sesiones de mañana y tarde canceladas. No se corrió.
Por la noche se produjo un terremoto de 7.1 (supongo que en el epicentro porque
en la zona del circuito yo diría que fue de intensidad baja aunque sostenido,
por lo menos eso pensé mientras notaba cómo se movía la cama debajo de mi a las
dos de la mañana). Llovió muchísimo, tanto que el circuito tenía grandes bolsas
de agua el Sábado por la mañana. Sesión cancelada. Por la tarde, pista abierta
para hacer una tanda de clasificación por categoría. En MotoGP, pole para Jorge
Lorenzo, segundo Marc y Nicky Hayden, ¡Nicky Hayden!, cerrando la primera
línea.
Todo esto en la pantalla. En los pasillos la energía es
diferente. El equipo de Marc tiene esa risa nerviosa que intenta ocultar que la
comida se puede quemar justo cuando tienen a todos los invitados sentados a la
mesa. No pasa nada, pero o alguien coge la cuchara de madera y da la vuelta
correcta al guiso o se puede ir al traste la fiesta. Marc quiere carrera ya,
quiere moto y quiere pista y 24 vueltas y que pase lo que tenga que pasar. Ex
campeones del mundo le aconsejan que administre la ventaja con inteligencia. Él
deberá decidir si cura el error de la pizarra en Phillip Island de un plumazo o
poco a poco. Vamos a ver. De momento ve cómo se agiganta a su lado la figura de
Jorge Lorenzo y cómo cualquier gesto se le puede volver en contra. El chaval
diseña un casco para hacer un guiño a Japón, a la fábrica que le construye la
moto con la que puede ser campeón, dibuja una caricatura suya poniéndose los
dedos para hacerse ojos rasgados, y le echan en cara que es un gesto de falta
de respeto y humillación. Los anglosajones así lo entienden. En twitter
retuitean cada comentario negativo al respecto por parte de los japoneses. Marc
necesita subirse ya en la moto y que pase cuanto antes este Gran Premio.
Venimos de la batalla del honor, de la descalificación por el error en la
pizarra, y ahora... el tifón, el terremoto y el dibujo del casco.
Jorge entró pisando fuerte en Motegi, haciendo ruido no en
casa ajena, sino en casa del rival, señalando la maniobra de Marc en Phillip
Island, tocando de nuevo la puerta de Dirección de Carrera, y hoy, en la pista,
haciendo una pole casi medio segundo por delante de Marc y a sólo 8 segundos de
su mejor tiempo en seco. Una bestialidad. Una más, vaya. Dice que Marc y su
equipo le han regalado esta situación en la que puede volver a pelear por el
título y que por supuesto la va a pelear. “Yo no decido las circunstancias.
Hago lo posible por ir rápido en cualquier situación y ya está.”
Mañana, si los terremotos/tifones lo permiten, estos tipos
van a poner el alma y el talento encima de esos aviones de dos ruedas que
pilotan en la penúltima batalla, la penúltima carrera, con el tiempo
descontando posibilidades y asfixiando el margen de error. En España se apagará
el semáforo a las seis de la mañana.
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